Haendel encontró inspiración para su Oda a Santa Cecilia en una colección de suites para clavicémbalo escrita por Gottlieb Muffat. El compositor alemán transformó las piezas de Muffat en un relato acerca del proceso por el que la armonía celestial dio forma al caos de la materia. El Coro evoca el advenimiento de la armonía, mientras que las escalas de los diversos instrumentos evocan la inmensidad de la expansión del espacio. La trompeta proclama el Juicio Final y el universo se llena con el sonido de la música que representa la armonía de los astros. Aunque las piezas permanecen invariables, el compositor trató de evitar cualquier sensación de monotonía con la exploración continúa de nuevas tonalidades.